El cáncer infantil es la primera causa de muerte por enfermedad hasta los 14 años. En España, se diagnostican cerca de 1.400 nuevos casos cada año y en Europa la cifra supera los 15.000. Aunque la tasa de supervivencia es alta (cerca del 80%), más de 90.000 niños mueren anualmente por esta enfermedad en todo el mundo.
Por eso, en 2001 la ONU propuso dedicar un día para concienciar a la sociedad sobre la necesidad de que todos los niños y adolescentes con cáncer tengan las mismas oportunidades para acceder a un diagnóstico y tratamiento adecuados. Desde entonces, cada 15 de febrero se celebra el Día Internacional del Cáncer Infantil.
Para Rosa Noguera, integrante del Grupo de Investigación Traslacional de Tumores Sólidos Pediátricos de INCLIVA e investigadora del CIBERONC, uno de los objetivos de esta fecha debe ser visibilizar la investigación médica. “Actualmente el cáncer infantil no se investiga demasiado y eso tiene que cambiar. Comparado con otros tipos de cáncer, los fondos para investigar tumores pediátricos son mínimos. Necesitamos la colaboración de todos los actores sociales, de la comunidad científica, de los investigadores clínicos que los tratan, de los padres de los niños afectos y de cualquier persona o entidad que realiza campañas de mecenazgo. Cuanta más gente esté implicada, más fácil es evidenciar el problema. Y es una forma de presionar a las instituciones para que inviertan más en investigación”.
La investigadora también incide en la importancia de la comunicación para dar este paso. “Los investigadores tenemos que salir del laboratorio para mostrar nuestros avances y los medios de comunicación deben difundir cuáles son nuestros retos y las dificultades que tenemos para conseguir financiación. Por ejemplo, no podemos permitir que haya una tasa de mortalidad en algunos subtipos de cáncer infantil superior al 70%. Si queremos disminuirla, la sociedad debe saberlo para poder ayudarnos”.
Según el Registro Nacional de Tumores Infantiles, los tumores hematológicos (leucemia y linfoma) son los más frecuentes en los niños (25% y 13,6%), seguidos de los del sistema nervioso, entre ellos el neuroblastoma (7%).
El neuroblastoma y el Sarcoma de Ewing son los principales tumores estudiados por el equipo de la Dra. Noguera. Los primeros proceden de células del sistema nervioso periférico y son el tipo de tumor más frecuente hasta los cinco años. El segundo es un tipo de sarcoma óseo o de los tejidos blandos que afecta fundamentalmente a niños y jóvenes y que aparece hasta los 12-14 años.
El grupo coordinado por Rosa Noguera forma parte del CIBERONC dentro del Grupo de Tumores de Baja Prevalencia en el que se estudian, además de los pediátricos, otros tipos de cáncer de baja frecuencia como los del sistema nervioso o algunos ginecológicos. El equipo de la Dra. Noguera también analiza genética y morfológicamente muestras de otros tumores infantiles, muy raros, recibidas de centros de investigación y hospitales de toda España. “Trabajar en red con el CIBERONC nos permite establecer sinergias con estudios de tumores en adultos para intentar aplicar nuestras investigaciones del espacio intercelular”, explica.
La doctora añade los motivos por los que la investigación traslacional es imprescindible para tratar el cáncer infantil. “Debido a su baja incidencia, todos los tumores pediátricos son considerados enfermedades raras, lo que dificulta todavía más su investigación. Los tumores infantiles son complejos y los niños no son adultos pequeños. Su organismo y sus formas de respuesta son completamente distintas. Por eso en este campo es tan importante la investigación traslacional, sobre todo a través de grandes grupos nacionales e internacionales”.
Los tumores infantiles como el neuroblastoma están asociados al desarrollo. Como todos los tipos de cáncer, tienen una base genética pero como causa de su aparición y desarrollo no están únicamente las mutaciones; también intervienen factores como el microambiente tumoral, la matriz extracelular, las células de respuesta inmune, el metabolismo o las propiedades mecánicas de las células.
“Que existan tantos elementos de análisis en el individuo y en el tejido tumoral hace que sea necesario abordarlos prácticamente de manera individual”, explica la investigadora. “El cáncer es lo que nosotros llamamos un ecosistema complejo. Su conocimiento ha supuesto un cambio de paradigma para los investigadores y la apertura de nuevas áreas de conocimiento donde están muchas de las claves para tratar esta enfermedad”.
Precisamente, uno de los proyectos que dirige la Dra. Rosa Noguera tiene como título “Espacio Intercelular: Bioimagen microscópica” y utiliza la patología digital para crear patrones y algoritmos que permiten detectar, mediante imágenes microscópicas, cuantificaciones y cifras matemáticas objetivas con las que elaborar bases de datos avanzadas. “Empezamos con este proyecto hace años, aunque tenemos financiación específica desde hace ocho. Investigamos por qué el medio donde se mueven las células del cáncer infantil es tan inestable, por qué se rompen los cromosomas y por qué aparecen las mutaciones. Decidimos centrarnos en el microambiente tumoral o matriz extracelular, que es el espacio que hay entre las células”.
Actualmente el grupo de Rosa Noguera tiene dos artículos en revisión y creen haber encontrado una nueva diana terapéutica muy interesante. Su objetivo ahora es solicitar financiación para, a través de nanoterapia dirigida, realizar el abordaje de esta nueva diana con medicamentos. “Hemos contactado con un grupo especializado en nanoterapia y queremos diseñar pequeñas nanoparticulas moléculas para que dirigidas por dicha molécula, por vía oral o por sangre, puedan llegar hasta el tumor y soltar ahí las drogas citotóxicas”.
Este nuevo trabajo incluye conseguir tratamientos menos agresivos. “Uno de los problemas de muchos niños con cáncer infantil es que, terminado el tratamiento y superada la enfermedad, sufren efectos secundarios asociados al primero como problemas en corazón y pulmones o de aprendizaje. Si conseguimos hacer fármacos personalizados, su cantidad y concentración será más baja y, por ende, su toxicidad menor”.
Además de la nanoterapia, el grupo coordinado por la Dra. Rosa Noguera utiliza impresoras 3D en sus investigaciones. “Como parte del CIBERONC tenemos relación con el CIBER-BBN para hacer bioimpresión en 3D, la tecnología más puntera para desarrollar algunos de los estudios en los que estamos trabajando. Uno de nuestros proyectos consiste precisamente en crear estructuras 3D en las que ponemos biotintas (células tumorales con geles) en cultivos controlando cualquier cambio en la matriz extracelular”. En su grupo también se estudian los factores que influyen en la microbiota. “Queremos saber qué otros organismos vivos de nuestro cuerpo pueden ser dianas terapéuticas potenciales”.
Rosa Noguera cree que la investigación ha evolucionado mucho en los últimos años y que la colaboración es básica para seguir avanzando. “A nivel genómico contamos con herramientas de alta precisión y resolución que nos permiten diseñar de forma rápida y dirigida los genes que queremos investigar. Y por supuesto, otros grupos y otros investigadores realizan trabajos muy interesantes que nos ayudan a nutrirnos en áreas como la inmunoncología o las terapias con virus y células madre”.
A nivel médico, las cifras sobre el cáncer infantil parecen esperanzadoras. Sin embargo, aunque algunos de ellos tienen una supervivencia del 95%, existen otros, considerados de alto riesgo, en los que apenas es del 60%. La conciencia de las familias y padres juega aquí un papel determinante. “Una de las grandes ventajas de nuestro país es que los padres están mentalizados y llevan a sus hijos al pediatra. Por eso, pese a no existir una clínica específica, los tumores infantiles suelen detectarse pronto y esto es clave para tratarlos”.
Aun así, queda un largo camino por delante para conseguir concienciar a la sociedad. “Quizá en investigación no hemos llegado a transmitir nuestro mensaje tan bien como se ha hecho en otras áreas de la medicina como la donación de órganos, de la que estamos mucho más concienciados. Por eso debemos ser incidentes y crear campañas para visibilizar a los investigadores y humanizar a los pacientes”.
Un ejemplo de cómo transmitir esa necesidad de investigación a la sociedad es la Asociación Española contra el Cáncer, la Fundación Neuroblastoma o la iniciativa NICO Contra el Cáncer Infantil. Esta última nacida del esfuerzo de la madre y las tías de un niño diagnosticado con neuroblastoma de Ourense, dependiente de NEN, la Asociación de Familiares y Amigos de pacientes con Neuroblastoma. Tras pasar una primera etapa de sufrimiento, fueron conscientes de la importancia de conseguir ayuda para investigar y no han parado de trabajar para encontrar nuevas colaboraciones generando eventos, moviéndose en redes sociales o haciendo recaudaciones.